miércoles, 18 de marzo de 2020

JUEVES EUCARÍSTICO 19 DE MARZO DE 2020





GUIÓN PARA LA ORACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO:
JUEVES 19 DE MARZO DE 2020


PARA COMENZAR: Nos ponemos en la presencia del Señor. Nos saludamos en su nombre. Si dejamos a Dios que sea el protagonista de nuestra historia, de nuestras vidas, cada momento, cada circunstancia de ella, es especial. Hacemos presente nuestra disponibilidad de discípulos en este rato de Adoración Eucarística, saludándonos en su nombre:
+ En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


EXPOSICIÓN:  Arrodillados o de pie y mientras cantamos (No adoréis a nadie más que a Él), se expone el Santísimo.
Reconocemos la Divinidad de Jesús, que se abaja a nuestra humanidad, para amarnos. Lo alabamos rezando juntos: 
 Alabado sea Jesús, nuestro único Señor: Sea por siempre bendito y alabado.
 Alabado sea Jesús, encarnado y resucitado: Sea por siempre bendito y alabado.
 Alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar: Sea por siempre bendito y alabado.

ORAMOS CON LOS SALMOS:
Salmo "Tengo sed de Ti" - (para pedir tener deseos de Dios)
Antífona: "Nada te turbe, nada te espante" (Cantada)

1.¡Tengo sed de Ti! ¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca.
2. Quiero encontrarte en la oración, en tu presencia inconfundible, durante esos momentos en los que el silencio se sitúa de frente a mí, ante Ti.
3. ¡Tengo sed de Ti! ¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca. ¡Quiero buscarte!
4. Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que Tú has creado; en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro, y en la profundidad de un bosque que protege con sus hojas los latidos escondidos de todos sus inquilinos. 
5. ¡Tengo sed de Ti! ¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca. ¡Necesito sentirte alrededor!
7. Quiero encontrarte en tus sacramentos, En el reencuentro con tu perdón, en la escucha de tu palabra, en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
8. ¡Tengo sed de Ti! ¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca. ¡Necesito sentirte dentro!
9. Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres, en la convivencia con mis hermanos; en la necesidad del pobre y en el amor de mis amigos; en la sonrisa de un niño y en el ruido de la muchedumbre.
10. ¡Tengo sed de Ti! ¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca. ¡Tengo que verte!
11. Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser, en las capacidades que me has dado, en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
12. Quiero encontrarte en mi trabajo y mi descanso y, un día, en la debilidad de mi vida, cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara contigo”.
     13.¡Tengo sed de Ti! ¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca.



Antífona: "Nada te turbe, nada te espante" (Cantada)
(En silencio; dejamos resonar en nuestro interior lo que hemos proclamado en el salmo)
Después de un momento de silencio, podemos repetir en voz alta, algunas frases, de este salmo, que más nos resuenen, nos digan, nos afecten...




LECTURA Y REFLEXIÓN:
Lectura del evangelio según san Juan (4:5-15, 19-26, 39-42):
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: —«Dame de beber». (Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida). La Samaritana le dice: —«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos)». Jesús le contesto: —«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva». La mujer le dice: —«Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». Jesús le contesta: —«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna». La mujer le dice: —«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén». Jesús le dice: —«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adoraran al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad». La mujer le dice: «—Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo». Jesús le dice: —«Soy yo: el que habla contigo». En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: —«Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».                                                       Palabra del Señor

(Releemos en silencio este texto, contemplando la escena, fijándonos en el rostro de Jesús; le vemos cansado, sentado junto al pozo. Fijarse en la samaritana que se acerca; quizás sorprendida. Escuchamos el diálogo, mirando a Jesús y la samaritana; Dejamos que las palabras de Jesús calen en nosotros.)
Algunos puntos, para reflexionar, meditar, orar, en silencio:

Os propongo hacer un ejercicio de contemplación con esta escena, acercarnos a Jesús desde la contemplación. Vamos a mirar a Jesús como él mira a los demás, cómo habla, cómo se dirige a los demás. Para aprender a actuar como él. Mirarle a Él para actuar como él. Una invitación a sumergirnos en la persona de Jesús. Podemos empezar pidiéndole, ¡Señor, dame esa agua: así no tendré más sed!

* En un primer momentocontempla la escena. Imagina el camino por el que iba Jesús. El lugar del encuentro entre Jesús y la Samaritana. El pozo de Jacob… 
 - Imagina  a Jesús y la samaritana. Jesús llega cansado. La samaritana llega buscando agua dentro de sus quehaceres diarios. ¿Cómo es la mirada de Jesús a la samaritana? ¿Cómo mira la samaritana a ese extraño?
 - Escucha lo que dicen. Deja que las palabras de Jesús y la samaritana resuenen en ti. ¿Qué hay detrás de las palabras de cada uno? Intento imaginar el tono de voz de la samaritana: la incredulidad del principio, la alegría del final al hablarles de Jesús a sus conocidos… Escucho las palabras de Jesús.
- ¿Alguna palabra de Jesús resuena como dicha para mí? ¿Algo de lo que he visto en la escena me recuerda a mi vida? ¿A lo que siento? ¿A lo que vivo en este momento?

(Tómate el tiempo que necesites, sin prisas)
En un segundo momentodialoga con Jesús. Dedica un tiempo a hablar con Jesús cara a cara, y le cuentas lo que pasa por tu corazón.
- En el ritmo rápido de mi vida, ¿encuentro tiempo para hablar con los otros?, como Jesús, al borde del camino, se sienta a hablar incluso con alguien con quién no debería. ¿Encuentro tiempo para hablar con este OTRO con mayúsculas que anima nuestras vidas?
- ¿Tienes sed? ¿De qué tiene sed mi vida? ¿A qué pozos acudo para calmar mi sed? ¿Estamos sedientos de Dios…, de la experiencia de Dios?
- Señor, ¿eres el Dios de mi vida? ¿Quién es el Dios de mi vida?

(Habla con Jesús y cuéntale tus cosas, tu situación; con estas preguntas o con otras que te surjan, Escucha qué te dice Él, qué te pregunta Él. Tómate el tiempo que necesites, sin prisas)
En un tercer momentoreflexionar. Recogemos lo que ha ido apareciendo en los puntos anteriores. Y podemos reflexionarlo en nuestro interior, siguiendo en diálogo con Cristo. La samaritana ha experimentado quién es Jesús; se siente feliz, pero no quiere guardar su felicidad en su corazón, solo para ella. Necesita llevar su experiencia de encuentro a otros. Se convierte en apóstol que anuncia, que lleva a los demás... El apóstol, nace del encuentro con Jesús vivo. Los que están convencidos, son los que pueden convencer; los que están llenos, pueden llenar a otros; los que tienen experiencia de Dios están llamados a "contagiar" esa misma experiencia a los otros. (Estas palabras son reflexiones del Papa Francisco). 
Todos tenemos "cántaros", en nuestras vidas, que no son los que calman nuestra sed. El encuentro con Jesús, produce siempre vida, su agua es vida para nosotros. Dejamos nuestros cátaros, para recibir el agua de Jesús, en nuestro encuentro con Él. En su encuentro, nos cambia la vida, y nos convertimos en "cátaros de agua viva" para los demás, en manantiales de vida para los demás. ¿Cómo puedo llevar ese agua en mi vida cotidiana, en mi familia, en mi trabajo, con mis amigos/as, en mi barrio? ¿En qué consiste ese agua viva en mí? En las circunstancias presentes, en este "tiempo" especial que estamos viviendo, ¿en qué consiste ser "cátaro de agua viva para los demás", manantial de vida para los que me rodean?
(Al final, brevemente, se puede expresar algún sentimiento o petición)
BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO

Rezamos el Padrenuestro
S/: Oremos: Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tú Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos el fruto de tu redención. Haznos dignos de celebrar tu eucaristía y acercar tu presencia al pueblo que nos encomiendas. Bendícenos siempre con tu presencia. Te lo pedimos a  Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
(+ Bendición con el copón o con la custodia) (En este momento, podemos sentir que Dios está a mi lado y me bendice)


PARA FINALIZAR LA ORACIÓN
    Lector (S/): Al terminar nuestra oración, ante la Presencia Real de Jesús, Pan Vivo que se nos dona como alimento espiritual, renovamos nuestro compromiso y nuestra respuesta de seguimiento, como Familia Sacerdotal, agradeciendo y pidiendo con insistencia sus dones para responder con fidelidad al llamamiento, a la misión que Dios nos encomienda, y que pone en nuestra manos. A cada alabanza respondemos: Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Gracias Dios de la Vida, por tu Presencia en la creación y en el corazón de la humanidad. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Gracias Señor de la Historia, por encarnarte en nuestro mundo, en nuestra historia personal, por darnos a conocer tu voluntad. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Gracias Dios de Amor, por hacerte uno de nosotros, pequeño, pobre y necesitado. Por confiar cada día en nosotros. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Te alabamos Señor, por tu Presencia Viva en la Eucaristía y en tu Palabra, llénanos siempre de Ti. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Te alabamos Señor, porque nos has llamado a tu servicio, fiándote de nosotros con infinita misericordia. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Te alabamos Señor, por Tu Madre, la Virgen María, quien es para nosotros maestra, madre y guía. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Bendito seas Señor, por el Consuelo que cada día recibimos de Ti, ayúdanos a ser Consolación para los demás. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Bendito seas Señor, por tu Iglesia, a través de ella recibimos tus sacramentos y misión. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

 Bendito seas Señor, por regalarnos la fe necesaria para creer firmemente en Ti, la esperanza para anteponer tu llamada a las realidades y dificultades que nos rodean y tu amor para servirte en los más pequeños y necesitados. Te bendecimos Señor, eres nuestra Fuerza y Consuelo.

S/: Oremos: A ti, Señor, que eres la luz verdadera y la fuente misma de toda luz, te pedimos humildemente que imitando fielmente tu palabra vivamos siempre en la claridad de tu luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.